Personas con anhedonia musical (cerebros impermeables a la emoción de la música)
PERSONAS CON ANHEDONIA MUSICAL (CEREBROS IMPERMEABLES A LA EMOCIÓN DE LA MÚSICA)
Un
estudio ha constatado que hay personas a las que no les gusta la música, ya que
son insensibles a ella y no sienten placer al escucharla. Las personas con
anhedonia musical no presentan un incremento en la actividad cardíaca ni en la
conductancia de la piel al oír música placentera, como ocurre en las personas
sensibles a las melodías.
Los
investigadores repartieron equitativamente a 30 universitarios en tres grupos,
formados por aquellos con una respuesta emocional alta, media y baja a la
música. Cada grupo fue sometido a dos pruebas, una musical y otra relacionada
con ganar o perder dinero, con el objetivo de comprobar si una persona
insensible a la música era sensible a otro tipo de recompensa.
En
la tarea musical se preguntaba a los participantes si las piezas les eran
placenteras y tenían que pulsar diferentes botones a la vez que sonaba la
música, según si les gustaba poco, mucho o tenían escalofríos. Mientras, se
medía el ritmo cardíaco y los cambios en la conductancia de la piel (medición
de la sudoración).
Aquellos
que se emocionaban con la música mostraban un incremento del ritmo cardíaco y
de la conductancia de la piel relacionados con el grado de placer, mientras que
el grupo con anhedonia musical no mostró cambios. Los resultados muestran que personas
sanas, sin patologías asociadas al sistema de recompensa o con problemas para
percibir la música, no responden emocionalmente ante ésta, pero sí al placer
que supone ganar dinero.
NEUROCIENCIA
Sistema de recompensa
Cerebros
'impermeables' a la emoción de la música
Investigadores españoles han identificado la
anhedonia musical.
Se trata de la incapacidad para emocionarse
con la música.Detrás de esta característica, no hay ninguna
enfermedad.
EXPLICACIÓN MÁS EXHAUSTIVA DEL ARTÍCULO
ÁNGELES
LÓPEZ Madrid
Cerebros impermeables a la emoción de la música
Puede
que a usted no le diga nada la Novena Sinfonía de Beethoven ni el Let it be de
los Beatles porque quizás lo suyo sea el flamenco, el jazz o el heavy. Tal vez
incluso sea de esas personas que no pueden vivir sin las notas musicales o sin
conocer el último acorde de su grupo favorito. Si es así, quizás le sorprenda
que hay gente que no siente el más mínimo placer cuando una melodía entra por
sus oídos, que nunca se le ha puesto la carne de gallina con la voz de María
Callas o que ni siquiera tiene una banda sonora entre sus mejores recuerdos.
Investigadores españoles han identificado por primera vez la anhedonia musical
o, lo que es lo mismo, la ausencia de placer con este estímulo.
Muchas
de las funciones y mecanismos biológicos del ser humano tienen sentido para su
supervivencia. Algunos estímulos de recompensa se vinculan a ciertos actos para
mantener, en primer lugar, el cuerpo con vida y, en segundo, para poder
trascender al propio individuo. Así, la comida genera placer y éste nos mueve
con mayor ahínco a buscar avituallamientos para el día. De la misma forma, el
gozo del sexo está vinculado ancestralmente con la reproducción. Sin embargo,
existen placeres que, aún estando presentes en todas las culturas, no están
ligados con el instinto de supervivencia. Es el caso de la música.
"Aunque
no tiene ninguna ventaja biológica, la música es una de las experiencias más
placenteras del ser humano. Sin embargo, poco se sabe sobre las diferencias
entre individuos en cómo experimentan este sistema de recompensa en actividades
relacionadas con la música", explica Josep Marco-Pallarés, del Grupo de
Cognición y Plasticidad Cerebral del Instituto de Investigación Biomédica de
Bellvitge, Barcelona.
Para
averiguar cómo eran esas diferencias, este investigador junto con otros del
grupo de Psicología Básica de la Universidad de Barcelona y del Instituto
Neurológico de Montreal, Canadá, realizaron un estudio cuyos datos se publicaron
en la revista Music Perception en 2013.
"Tras
realizar un cuestionario a 2.000 personas, descubrimos que había distintos
aspectos por los que gusta la música. A unas personas les genera placer porque
les emocionaba, a otras porque les hace bailar, otras la vinculan con temas
sociales... Pero lo que nos llamó la atención fue que algunos participantes
decían que les resultaba indiferente, pero sí sentían placer con otras cosas
como las caricias o la comida", explica Marco-Pallarés.
Aunque
un trastorno podría estar detrás de este hecho, la amusia, es decir, que
tuvieran una alteración que les inhabilitara para reconocer tonos o notas
musicales, decidieron estudiarlo más profundamente. "La amusia se da en el
2%-3% de la población, hay estudios que hablan de un 5%. Pero no sabíamos si
efectivamente eran amúsicos o tenían depresión u otro problema que interfiriera
en la generación de placer", señala.
Así,
en un segundo estudio, cuyos datos recoge ahora la revista Current
Biology, volvieron a realizar un cuestionario a 1.000 personas. "Buscábamos tres grupos equilibrados en diferentes aspectos, pero uno muy sensible a la música, otro intermedio y el otro indiferente". De esta manera, establecieron tres grupos, de 10 personas cada uno, a los que realizaron diferentes pruebas y registros para ver si tenían respuestas fisiológicas asociadas al placer generado por la música y si se correspondía con el vinculado al dinero.
Biology, volvieron a realizar un cuestionario a 1.000 personas. "Buscábamos tres grupos equilibrados en diferentes aspectos, pero uno muy sensible a la música, otro intermedio y el otro indiferente". De esta manera, establecieron tres grupos, de 10 personas cada uno, a los que realizaron diferentes pruebas y registros para ver si tenían respuestas fisiológicas asociadas al placer generado por la música y si se correspondía con el vinculado al dinero.
"Elegimos
el dinero porque es un buen control, pues es una recompensa abstracta, como la
música; me permite llegar a estímulos primarios; y activa muy bien las áreas de
recompensa", aclara Marco-Pallarés.
De
esta manera, pudieron comprobar que había personas que, sin ningún trastorno de
base y aunque eran capaces de sentir placer cuando estaban a punto de ganar
dinero -como simulaba uno de los juegos que realizaron- no se emocionaban con
ningún tipo de música que escucharon. Y no sólo se trató de una percepción
subjetiva, su cuerpo no respondía biológicamente a este estímulo. "Medimos
su frecuencia cardiaca y los cambios en la conductividad de la piel por
sudoración, que es un buen indicador. Aunque algunos participantes refirieron
sufrir escalofríos al escuchar alguna pieza musical, en realidad lo dijeron
porque, en función de las preguntas, pensaban que eso era lo que se esperaba de
ellos, pero luego los registros mostraron que no había emoción", afirma
Marco-Pallarés.
Estas
personas no son incapaces de sentir placer, porque sí lo experimentaron en las
pruebas de dinero. Además, son capaces de reconocer las emociones que una
melodía quiere transmitir, lo que no pueden es sentir esas emociones. "Que
no te guste la música es curioso, pero lo interesante es que con este estudio
demostramos que cada tipo de estímulos accede al sistema de recompensa por
distintas vías. Hasta ahora, cuando se hablaba de anhedonia se pensaba en algo
global. Lo que hemos visto es que esto está disociado".
Todavía
no saben cuántas personas pueden ser inmunes a la música ni cuál es la
explicación a este hecho. "Estamos elaborando otro estudio en donde
aplicaremos resonancia magnética para ver qué cambios se dan en el sistema de
recompensa. Nuestra hipótesis es que hay una mala conexión entre las áreas
primarias del cerebro que activa la música (el núcleo accumbens) con otras
zonas más superficiales, como las que procesan la audición (área supratemporal)
y las áreas de integración de la información (zona frontal)", señala.
Además,
este hallazgo podría servir para replantearse las terapias musicales que se usan
para la recuperación de personas con ciertas patologías como el ictus, las
demencias, etc.
[Curr
Biol 2014]
Mas-Herrero
E, Zatorre RJ, Rodriguez-Fornells A, Marco-Pallarés J
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