Aprendiendo a vivir a pesar del malestar

Recetas para la vida — Cómo manejar el dolor




Aprendiendo a vivir a pesar del malestar

Por Becky Krinsky


El dolor es una condición que no perdona ni excluye a nadie. Es real, no miente y no se oculta, cuando algo molesta, lastima o incomoda quiere decir que hay dolencia. No tiene ninguna carga emocional, ya que el dolor es dolor.
Lo que se hace a partir de la molestia es lo que puede cambiar la manera en cómo se le percibe y se maneje. Por ejemplo, se puede sufrir y hacer de esa situación un problema, victimizándose, culpando y encontrando motivos por los cuales uno merece ese sufrimiento, o bien, se puede reconocer el daño, tratar de entenderlo y en lo posible resolverlo.
El dolor como tal, siempre termina por pasar, lo único que queda es el malestar y el sufrimiento o el aprendizaje y el reconocimiento del paso de la vida, de una o de otra manera, esto siempre es completamente opcional.
Existen muchos tipos de dolor, ya sea, físico, mental, moral, etc… y a pesar de que todos provienen de distintas fuentes, cada uno es y se siente en una forma particular.  Es así como el proceso de sentir, vivir y manejar el dolor pudiera ser similar a pesar de parecer completamente distintos.
El primer pinchazo puede ser físico (un dolor de muela, del estómago etc.), moral (una traición, decepción, agresión etc.), anímico (pérdida, miedo, angustia etc.) o de cualquier otro tipo. Se viven de una manera similar.
Primero, un dolor inesperado, intenso y especifico. Un dolor tal cual.
Después, un sentir agudo, entorpecedor e incómodo pero muy bien identificado, se sabe qué duele o qué paso aunque no se quiera exteriorizar o aceptar.
Sigue una mezcla de sentimientos, tristeza miedo, enojo, desesperación, angustia.
Si hay valor y recursos emocionales para aguantar y enfrentar el dolor, la persona generalmente se logra calmar, vive su proceso de pérdida, duelo, o dolor (negación, enojo, negociación, depresión y aceptación, según Elisabeth Kubler Ross) o, en su defecto, se queda encapsulado en alguna etapa anterior rompiendo lazos y relaciones importantes por la imposibilidad de poder procesar su dolor.
Una vez que el dolor pasa o se desvanece, se olvida y en muchos casos deja una marca que se queda grabada en el alma para siempre.
En realidad, por más que todos tratan de minimizar el dolor, este es inevitable, necesario y, además, bien procesado, también tiene sus aspectos trascendentales.
El dolor es un proceso que se debe de vivir. Es un ingrediente importante para crecer y ver la vida con una concepción más amplia y completa. No es un castigo, ni una penitencia. Es parte de la realidad, la cual se debe de aprender a aceptar y a manejar.



La Receta:
¨Aprendiendo del dolor¨



Ingredientes:

    1 taza de cordura – claridad, prudencia y perspectiva de la realidad
    1 racimo de responsabilidad – obligación personal de tomar compostura y valor
    2 cucharadas de gratitud – recordar y reconocer lo que se tiene y se tuvo a pesar del dolor
    1 pieza de aguante – paciencia para soportar el malestar
    1 pizca de respeto – dar espacio para que cada quien pueda expresar su dolor como pueda
    1 cubito de fe – esperanza para recibir paz y luz que ayude a seguir adelante
    2 vainas de aceptación – dejar de luchar por lo inevitable e imposible. Permiso para dejar ir al dolor

Recomendación del chef:

El dolor  generalmente es pasajero. Cuando el malestar se desvanece…todo cambia, se reacomoda y toma una nueva dirección.

Modo de preparación (cómo se puede manejar el dolor):

La actitud personal influye directamente en la manera como se vive el dolor. Un carácter positivo y bondadoso invita a vivir el dolor con paz e integridad. Una actitud negativa y prepotente, dejan odio, malestar, enojo y mucha desesperación.
Cada quien vive el dolo a su manera. Algunas personas requieren recluirse en sí mismas, otras necesitan ocuparse, sentir control y movimiento, otras más se acercan a la fe y a la meditación… el caso es que cada quien enfrenta el dolor como lo puede manejar mejor.
El consuelo no es un proceso natural – es un buen gesto que ayuda a compartir el malestar pero nunca lo puede llegar a quitar. Ni el paso del tiempo, ni la incomodidad, ni los gestos bien intencionados de los demás pueden remover la memoria o eliminar el dolor. Hay procesos que se tienen que vivir a pesar de su incomodidad. Tener fe y esperanza puede ayudar.

Hay que aprender a vivir a pesar del dolor… de nada sirve entender por qué suceden las cosas que duelen: nunca habrá una buena explicación.



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