Estrés en la Persona Adulta Mayor.
ESTRÉS
Estrés
(del inglés stress que significa "fatiga"), es una reacción
fisiológica del organismo en la cuál se manifiesta cuando un individuo en su
vida cotidiana, reacciona ante un suceso o situación amenazante o agobiante
como respuesta natural y necesaria para la supervivencia.
Estrés en Adultos Mayores
A
cualquier edad, el estrés forma parte de la vida. Tanto los jóvenes como los
adultos tienen que enfrentar situaciones difíciles y sobrellevar obstáculos.
Mientras que los adultos jóvenes luchan para establecer una carrera, lograr la
seguridad financiera, o manejar las exigencias del trabajo con las de la
familia, los mayores de edad pueden enfrentarse con la salud deteriorada o las
finanzas precarias—o simplemente los desafíos de mantener su independencia.
Desafortunadamente, las defensas naturales en contra del estrés disminuyen con
el tiempo. Sin embargo, no hay que rendirse ante el estrés sólo porque uno ya
no es joven.
Sin
embargo muchas personas de la tercera edad logran vivir felices incluso bien
entradas en la vejez. Los “viejos dichosos” tienen algo en común: mantienen sus
vínculos con los amigos y la familia, hacen ejercicio y se mantienen activos y,
sobre todo, encuentran maneras de reducir y controlar el estrés en sus vidas.
La alarma del estrés
El
estrés tiene dos caras principales, la física y la emocional, y ambas pueden
ser especialmente difíciles para los mayores de edad. Los impactos del estrés
físico son muy claros. Cuando las personas alcanzan una edad mayor, las heridas
tardan más tiempo en sanarse, y los resfriados duran más tiempo. Un corazón de
75 años puede ser lento en responder a los requerimientos del ejercicio. Y
cuando una persona de 80 años entra en un cuarto frío, su cuerpo se demorará
más tiempo en calentarse.
El
estrés emocional es más sutil, sin embargo, si es crónico, las consecuencias a
largo plazo pueden ser dañinas. A cualquier edad, los cerebros bajo estrés
suenan la alarma y sueltan las hormonas potencialmente dañinas como cortisol y
adrenalina. Idealmente, el cerebro baja la alarma cuando las hormonas del estrés
alcanzan un nivel muy alto.

A
través de los años, el cerebro puede perder lentamente la capacidad para
regular los niveles hormonales. Como resultado, los mayores de edad que se
preocupan por algo o se ponen ansiosos tienden a producir cantidades mayores de
hormonas del estrés y la alarma no se apaga tan rápido. Según una investigación
hecha en 2005 y publicada en la revista Psychoneuroendocrinology, las mujeres,
sobre todo, al envejecer son susceptibles a sufrir un exceso en las hormonas de
estrés. La investigación reveló que el impacto de la edad sobre los niveles de
cortisol es casi tres veces más fuerte para las mujeres que para los hombres.
Por
lo general, el flujo de hormonas de estrés puede resultar especialmente difícil
de sobrellevar para los cerebros mayores. Según una investigación reciente
proveniente de la Universidad de California en San Francisco, el cortisol
excesivo puede con los años dañar el hipocampo, la parte del cerebro que es
imprescindible para poder almacenar y recuperar la memoria. En varias investigaciones
se ha descubierto que el cortisol alto va de la mano con la memoria
deteriorada, de modo que podemos atribuir esos momentos delatadores de vejez al
estrés.
Año
tras año, el estrés emocional puede incluso incrementar el riesgo de la
enfermedad de Alzheimer. Una investigación de casi 800 sacerdotes y monjas
publicada en la revista Neurology en 2003 ponía de relieve este peligro
potencial. Los sujetos que divulgaban que sufrían mucho estrés fueron dos veces
más propensos que los menos estresados a tener la enfermedad.
Acelerando el reloj
El
estrés no solamente hace que una persona se sienta mayor. Puede realmente
acelerar el proceso de envejecimiento. Una investigación llevada a cabo en 2004
y publicada en los Procedimientos de la Academia Nacional de Ciencias divulgó
que el estrés puede agregar varios años a la edad de las células individuales
del sistema inmunológico. La investigación se enfocó en los telómeros, tapas
que se encuentran en el extremo de los cromosomas. Cuando se divide una célula,
los telómeros en la célula se encogen y la célula pierde un poco de vida.
Cuando el telómero se vuelve demasiado corto, el plazo de vida se va agotando:
La célula ya no puede dividirse o renovarse. Esto es un proceso clave en el
envejecimiento, y es una de las razones por las cuales nosotros los humanos no
podemos vivir para siempre.
Los
investigadores revisaron tanto los telómeros como los niveles del estrés de 58
mujeres sanas que no habían alcanzado la edad de la menopausia. Los resultados
fueron asombrosos: en el promedio de los casos, el sistema inmunológico de las
mujeres muy estresadas había envejecida unos 10 años extra. La investigación no
explicaba cómo el estrés añade años a las células que comprende el sistema
inmunológico. Como escribieron los autores de la investigación, "los
mecanismos precisos que vinculan la mente a la célula son desconocidos.” Por
cierto, los investigadores sí tienen una teoría poco sorprendente: las hormonas
del estrés podrían acortar los telómeros y reducir la vida de las células.
Controlar el estrés: ¿La verdadera fuente de la juventud?
La
buena noticia es que podemos emplear lo que sabemos acerca del estrés y el
proceso de envejecimiento a nuestro favor. Aprenda a controlar y reducir el
estrés en su vida y tendrá una mejor oportunidad de vivir una vida larga y
sana.
Mantener
una actitud positiva es una de las claves más importantes—una investigación
llevada a cabo en 2002 por la Universidad de Yale descubrió que las personas
que se sienten mejor acerca de sí mismas al envejecer viven alrededor de siete
años y medio más que las personas con una perspectiva pesimista. Los
investigadores dicen que las personas con actitudes positivas manejan mejor el
estrés y tienen una voluntad más fuerte para vivir.
Mantener
vínculos fuertes con los amigos y la familia es una forma excelente de
controlar el estrés. Recientemente la revista de la Asociación Psicológica
Americana reveló que el apoyo social puede ayudar a prevenir el estrés y las
enfermedades relacionadas con el estrés. Los beneficios de los amigos y la
familia pueden resultar de mucho beneficio para los mayores de edad. Un
artículo editado en el American Journal of Health Promotion en 2000 destaca que
el apoyo social puede disminuir el flujo de las hormonas de estrés en los
mayores de edad y, no por coincidencia, aumentar la longevidad. Otras
investigaciones han descubierto que la comunicación social puede ayudar a las
personas mayores a mantener la agudeza mental y reducir el riesgo de la
enfermedad de Alzheimer.
El
ejercicio, un remedio en contra del estrés para la gente de cualquier edad,
puede ser útil sobre todo para los mayores de edad. Las caminatas frecuentes,
montar en bicicleta, o los ejercicios aeróbicos acuáticos pueden incluso hacer
más que mantener fuerte e independiente a una persona, de hecho el ejercicio
puede bloquear los efectos envejecedores de los niveles de cortisol. Una
investigación llevada a cabo en 2005 y publicada en la revista
Psychoneuroendocrinology descubrió que las mujeres en buena forma física entre
los 60 y los 70 de hecho tenían la misma respuesta al estrés que un grupo de
mujeres en mala forma física de cerca de 30 años. Por lo tanto, las mujeres en
sus 60 que no contaban con un buen físico soltaban cantidades mucho más grandes
de cortisol como respuesta al estrés.
Por
cierto, cualquier cosa que reduce el estrés innecesario llenará los años
avanzados de más regocijo. Algunas personas necesitan intentar no hacer
demasiadas cosas a la vez. Otras, a lo mejor, deben intentar ejercicios de
respiración u otras técnicas de relajación. Otros a lo mejor deberán hablar con
un psicólogo para encontrar una nueva perspectiva sobre sus vidas.
Cualquiera
que sea el método, combatir el exceso de estrés vale la pena. La Asociación
Psicológica Americana revela que reducir el estrés en la tercera edad puede
ayudar a impedir las discapacidades y los viajes al hospital. Si como resultado
la gente se siente más joven, más sana, y más feliz, tanto mejor.
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