10 hábitos que dañan el cerebro

Si nos centramos en la salud del cerebro, aunque suele verse
afectada durante el proceso de envejecimiento, hasta cierto punto está en
nuestras manos frenar el deterioro de este órgano realizando actividades para
ejercitar la mente y evitando algunas conductas que favorecen la pérdida de facultades
cognitivas. Conoce los 10 hábitos nocivos que debes abandonar si quieres que tu
cerebro permanezca joven durante más tiempo.
No dormir las horas que necesitas
Las personas mayores suelen necesitar menos horas de sueño,
pero deben descansar adecuadamente, y si la razón por la que duermen pocas
horas es un problema de insomnio, padecer una enfermedad como la apnea
obstructiva del sueño, o dar cabezadas en el sofá a deshora, el descanso no es
reparador y el cerebro no se recupera, lo que genera fatiga, falta de
concentración y desorientación, y puede provocar patologías graves como un
ictus.
Una amplia literatura científica demuestra que dormir mal
resulta perjudicial para el cerebro. Uno de estos estudios, llevado a cabo por
investigadores de la Universidad de Toronto (Canadá) y publicado en Stroke,
relaciona la aparición de arteriosclerosis cerebral con un sueño fragmentado,
que impide la correcta oxigenación de los tejidos cerebrales. En concreto, se
observó que el riesgo de padecer este problema aumentaba un 27% en las personas
que no dormían de forma seguida. Y otro trabajo, realizado en la Universidad de
Wisconsin y publicado en Neurology, muestra que dormir pocas horas, o hacerlo
con interrupciones, aumenta las posibilidades de padecer alzhéimer.
Consejo: acude al médico si tienes problemas para conciliar
el sueño, o sientes que no descansas bien por la noche pero te quedas dormido
sin darte cuenta durante el día, porque podría deberse a un problema de salud.
Y no te automediques con fármacos para dormir, ni siquiera si son naturales, ya
que hay muchos productos que pueden interaccionar con tu medicación.
Dejar de relacionarte con otras personas
Uno de los principales problemas de las personas mayores es
la soledad y el aislamiento en el que suelen vivir, que además de causar
tristeza y trastornos psicológicos como la ansiedad y la depresión, perjudica
al cerebro. Y es que no hablar con otras personas, intercambiar opiniones,
reírse o expresar lo que uno siente, conlleva que el cerebro trabaje menos y
pierda habilidades para comunicarse, razonar y memorizar. Además, diferentes
estudios muestran que permanecer solo genera estrés, lo que implica un aumento
de la producción de cortisol, una hormona que favorece la inflamación y el
desarrollo de ciertas enfermedad autoinmunes.
Consejo: esfuérzate por mantener el contacto con tus
familiares y amigos. Si no te resulta sencillo verles con frecuencia, llámales
por teléfono. Y no cierres la puerta a nuevas amistades, algo que puedes
conseguir apuntándote a clases de gimnasia, de baile, a excursiones, haciéndote
miembro de asociaciones o, si eres cibernauta, incluso puedes conocer a otras
personas a través de Internet, por ejemplo en los grupos de Facebook
específicos de tus aficiones.
Descuidar tu alimentación
Comer con frecuencia alimentos ricos en ácidos grasos trans,
como bollería industrial, embutidos, platos precocinados, o snacks, es
perjudicial para la salud en general, pero muchos adultos mayores los consumen
de forma habitual porque por falta de capacidad o por pereza no van a la compra
ni cocinan. El donut del desayuno, la sopa de sobre de la comida, las patatas
fritas de la merienda, y el vaso de leche con galletas para cenar, son ejemplos
de un menú típico en la tercera edad, que además de carecer de las vitaminas y
minerales necesarios, pueden deteriorar el cerebro y ser el origen de
enfermedades que también le afectan como la diabetes o la hipertensión, que a
su vez aumentan el riesgo de sufrir un ictus.
A las afectaciones físicas que generan este tipo de lípidos
hay que sumarles los efectos psicológicos. Y es que según un estudio llevado a
cabo entre la Universidad de Navarra y la de Las Palmas de Gran Canaria, las
personas que siguen una dieta rica en productos que contiene grasas trans
presentan hasta un 48% más posibilidades de padecer depresión.
Consejo: lleva una dieta lo más natural y equilibrada
posible, basada en alimentos no procesados o muy poco procesados como las
verduras, las frutas, los huevos, las legumbres, los lácteos naturales, la
carne y el pescado sin preparar. Se puede recurrir a ciertos congelados,
conservas en aceite de oliva, y verduras y legumbres cocidas de bote, para
facilitar la preparación de los platos, pero no basar la alimentación en
fabadas de lata, palitos de merluza congelados y sopas de sobre.
Considerar normal la pérdida de audición
La pérdida de audición es un problema asociado al proceso de
envejecimiento, pero eso no significa que no se deba buscar una solución para
mantener tanto una buena calidad de vida, como la salud del cerebro. Un estudio
canadiense publicado en PLoS ONE indica que existe una relación directa entre
la pérdida de audición, la capacidad cognitiva y la demencia; una investigación
de la Universidad de Bari (Italia) asocia la pérdida auditiva central asociada
a la edad con el doble de riesgo de sufrir deterioro cognitivo leve; y otro
trabajo muestra que las personas que no oyen bien son más inactivas y presentan
más posibilidades de padecer depresión.
Esto puede deberse a que el cerebro tiene que realizar un
sobreesfuerzo para entender, asimilar y procesar los sonidos, especialmente
durante una conversación, lo que provoca daños a la larga. Además, al oír mal,
las personas mayores tienden a subir el volumen de la radio, la televisión o el
teléfono, incluso cuando usan auriculares, algo que a medio plazo genera
lesiones en el cerebro, más difíciles de reparar durante la vejez.
Consejo: es importante acudir al otorrinolaringólogo para
que evalúe la capacidad auditiva, y no negarse a utilizar un audífono en caso
necesario, porque existen modelos que pasan totalmente desapercibidos y su uso
evita que se someta al cerebro a un gran esfuerzo y que se suba el volumen de
los diferentes aparatos.
Permanecer inactivo durante el día
Evitar el sedentarismo y realizar ejercicio físico con
frecuencia es imprescindible para una buena salud física y mental, también en
la tercera edad. Así lo demuestra la literatura científica, que incluso indica
que el ejercicio físico puede ser especialmente beneficioso para las personas
con demencia, y constituir un escudo frente al alzhéimer porque ayuda a
mantener en buen estado la sustancia blanca y gris del cerebro.
Mantenerse activo físicamente ayuda a tener una mayor
fluidez verbal, potencia la memoria y la concentración, y favorece el
procesamiento de las ideas; mientras que reduce las posibilidades de sufrir un
accidente cerebrovascular y otras patologías que dañan el cerebro, como la
diabetes.
Consejo: si entre tus hábitos nunca ha estado realizar
ejercicio físico, comienza poco a poco, saliendo a pasear durante 30 minutos
cada dos o tres días, e intentando aumentar el ritmo y la duración de la
caminata según te vayas encontrando más ágil. También puede ayudarte apuntarte
a alguna clase colectiva de mantenimiento físico dirigida por un profesional
para evitar malas posturas y lesiones, y donde conocerás a otras personas de tu
edad.
Si prefieres quedarte en casa (aunque esto no es beneficioso
para tu cerebro) puedes comprarte una bicicleta estática o una elíptica, y
comenzar a usarlas a un ritmo suave. En el caso de que tengas algún problema de
movilidad o lesión previa, consulta con un fisioterapeuta cuál es el ejercicio
más adecuado para ti.
Seguir fumando con frecuencia
El tabaquismo es uno de los peores hábitos porque repercute
negativamente en todo nuestro organismo, pero afecta especialmente al cerebro.
En concreto, es la corteza cerebral la que pierde grosor de forma más rápida
entre los fumadores, lo que genera un daño que reduce las capacidades
cognitivas. Por esta razón, las personas que fuman suelen tener peor memoria,
baja atención y dificultades para comunicarse con claridad, problemas que se
agravan con el envejecimiento.
La nicotina afecta al sistema nervioso central, aumenta la
presión arterial, dificulta la respiración y acelera el ritmo cardiaco. Además,
puede interactuar con ciertos medicamentos y reducir sus efectos, por lo que
las personas que sigan un tratamiento farmacológico deben plantearse aún más
seriamente dejar de fumar.
Consejo: nunca es tarde para abandonar este hábito tan
dañino; además, parece ser que es posible recuperar algo de grosor de la
corteza del cerebro tras dejarlo. Si te resulta muy complicado habla con tu
médico, y él te indicará algún tratamiento que te ayude a combatir la adicción
al tabaco y la ansiedad.
Consumir bebidas alcohólicas frecuentemente
En esta lista tampoco podía faltar el consumo de bebidas
alcohólicas. Los efectos nocivos que produce en el cerebro aparecen tanto a
corto, como a medio y largo plazo, y se acentúan en las personas mayores porque
su organismo no tiene la misma capacidad para asimilar el alcohol que el de los
jóvenes.
El gran problema con el consumo de alcohol es que
socialmente está bien visto, y muchos adultos mayores lo llevan haciendo desde
su juventud, por lo que les cuesta abandonar la costumbre de acompañar la
comida con vino. Pero deben saber que la ingesta frecuente de bebidas
alcohólicas afecta a las funciones del cerebro y a la acción de los
neurotransmisores, y favorece el desarrollo de trastornos psicológicos,
dificulta el sueño, interfiere en el efecto de la medicación, y provoca daños
irreversibles. Esto se traduce en un envejecimiento acelerado, problemas para
hablar, amnesia, mala coordinación, alteraciones de la visión, ansiedad,
depresión…
Consejo: como ocurre con el tabaquismo, si se quiere dejar
el alcohol pero no resulta fácil, es necesario hablar con un profesional
sanitario. Tras este primer paso, se debe reducir progresivamente la cantidad
que se consume, hacerlo solo en momentos puntuales, y sustituirlo por otras
alternativas más sanas.
Evitar la exposición a la luz solar
Las personas mayores que vivan en una zona cálida y soleada
pueden sentirse afortunadas porque el sol es una fuente de salud para el
cerebro. Sin embargo, la falta de movilidad, el aislamiento social, y ciertas
patologías, a veces impiden aprovechar este recurso natural.
Si este no es tu caso, y tienes la posibilidad de salir a la
calle cada día, debes hacerlo, incluso los días nublados, porque la radiación
solar favorece el buen funcionamiento de los neurotransmisores y previene la
aparición de problemas emocionales. De hecho, existe el trastorno afectivo
estacional (TAE) o depresión de invierno, que puede llegar a ser discapacitante
en personas especialmente sensibles a la falta de luz, y en los países donde
los inviernos son más largos, como Finlandia o Noruega, hay más casos de
depresión y de suicidios.
Consejo: intenta salir de casa, aunque solo sea 10 o 15
minutos, para exponerte a la radiación solar, pero recuerda aplicarte protector
solar para evitar quemaduras y daños en la piel. Recuerda que aunque el cielo
esté nublado la poca luz del sol que recibas animará a tu cerebro. Si no puedes
salir a la calle, pero tienes terraza o jardín, siéntate en el exterior, o
asómate a la ventana, o corre las cortinas para que la luz natural invada tu
hogar.
Realizar siempre las mismas actividades
El cerebro trabaja muy poco si siempre hacemos lo mismo,
porque la rutina lo aburre, e incluso lo atrofia. Esta situación es muy común
entre las personas mayores que no quieren, o no pueden, realizar otras
actividades y acciones distintas a las que están acostumbradas; su cerebro
acaba utilizando siempre los mismos circuitos neuronales, lo que conlleva una
reducción de la velocidad mental, pérdida de memoria y una menor capacidad de
razonamiento.
Consejo: no es necesario hacer planes nuevos cada día, pero
sí hay que esforzarse por llevar a cabo actividades que se salen un poco de la
rutina diaria. Acciones tan simples como leer, intentar utilizar la nueva app
del banco en el móvil, hacer crucigramas, o entablar una conversación con ese
vecino al que no sueles ver, pueden exigir a tu cerebro un pequeño esfuerzo muy
beneficioso para su salud.
Abusar de la televisión como entretenimiento
Es muy habitual que en el hogar de los mayores la televisión
permanezca siempre encendida, y aunque para muchos es una forma de sentirse
acompañados, este hábito no ayuda a su cerebro. Ver la televisión se considera
una forma de entretenimiento pasivo porque no fomenta la actividad mental, todo
lo contrario, una parte del cerebro apenas funciona mientras la vemos, lo que
merma su capacidad. Existen estudios que demuestran que las personas que pasan
más tiempo delante de la caja tonta presentan un peor rendimiento cognitivo.
En el caso de los adultos mayores les puede llevar a
aislarse aún más de la sociedad y a reducir sus relaciones personales, porque
les resulta más cómodo quedarse sentados escuchando la vida de los demás sin
pensar en la suya. Como ya hemos visto, la soledad, la pérdida de las
relaciones sociales y la falta de actividad, son perjudiciales para la salud
mental.
Consejo: si no te apetece salir de casa o hablar con otras
personas, o necesitas escuchar la televisión para no sentirte solo, déjala
puesta de fondo e intenta realizar mientras otras actividades como pintar,
leer, completar juegos mentales, cocinar, o montar en la bicicleta estática,
para mantener activa la mente.
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